Deseo oculto

Capítulo 13

 

Pulsó el botón rojo y volvió a comprobar la hora: las 20:30. Apartó la mirada del móvil para dirigirla hacia el techo resoplando con exasperación ¿Dónde se había metido? Llevaba horas llamándola sin respuesta alguna… ¿No se suponía que después de comer la avisaría? A cada minuto que pasaba su preocupación aumentaba. Por su cabeza no paraba de pasar imágenes de posibles causas por las que la muchacha no aparecía. No obstante, Yumi sabía defenderse a sí misma ante cualquier situación, bien lo había demostrado durante los ataques de XANA. Por tanto, no pudo haberle ocurrido nada de regreso a su casa. Aún así, era inusual que la joven la dejara plantada en una cita.

Sin pensarlo dos veces, recogió su abrigo y su móvil, y se dispuso a averiguar por sí misma el porqué de la desaparición de su amiga. Se plantó frente a la puerta pero un sonido la detuvo. Sin más demora, cogió el teléfono y respondió a la llamada mientras salía de la residencia.

—Yumi, estoy yendo a tu casa, ¿dónde te has…?

—No vengas. —Aelita se paró en mitad del pasillo al escuchar la abrupta orden de Yumi. Su voz sonaba ronca y con un deje de tristeza oculto tras un tono imponente.

—¿C-cómo?

—Lo siento Aelita, pero hoy no me apetece quedar.

—Pero… ¿qué ocurre?

—¡Nada! Solo que no me apetece quedar —repitió molesta.

—Yumi, sabes que si te pasa algo puedes contármelo —dijo con voz comprensiva.

—¡Que no ha pasado nada! ¿Por qué no puedes entender que quiero estar sola? —Yumi empezaba a enfurecerse por las insistencias de su amiga.

—Porque sé como eres —empezó a hablar con voz firme,— se que cuando quieres quedarte en casa es por tus padres, para cuidar a tu hermano o porque ha ocurrido algo. Se que cuando no te apetece quedar no te esperas a cancelar la cita horas más tarde. Se que cuando te pones a la defensiva es para ocultar algo. Se que…

—¡Vale déjalo ya! —la cortó exasperada.

—Mira, yo solo quiero ayudarte…

—¡Tú no puedes ayudarme, Aelita! —gritó alterada. Ante esas palabras un incómodo silencio envolvió a la pareja.

—Pero Yumi…

—Déjalo estar. Ya hablaremos en otro momento. —Sin nada más que añadir Yumi cortó la llamada dejando a Aelita completamente confundida.

La joven guardó el móvil en el bolsillo, aún sin creer en las palabras que Yumi le había dicho, y lentamente volvió sobre sus pasos.

—¿Vas a dejar las cosas así? —inquirió una voz a su izquierda.

—¿Eeeh? —Levantó la mirada en busca de la persona que le había hablado.

—¡¿Pero qué haces Tamiya?! Era una noticia excelente —protestó Milly.

—Me da igual, no pienso ver esto y no intervenir —respondió Tamiya cruzándose de brazos para reafirmar sus palabras.

—¿Pero ahora que noticia pondremos en el periódico de Kadic? Te recuerdo que todavía no tenemos nada.

—Puede que si ayer no hubieras insistido en quedarnos en la habitación para “pasar tiempo a solas”, ahora tendríamos algo.

—¿Perdona? Si tu no…

—Ejem… ¿necesitáis algo? —preguntó Aelita interrumpiendo la discusión. Miró con curiosidad a la pareja que se encontraba en su habitación con la puerta abierta de par en par. No fué difícil imaginar que las dos reporteras habían estado escuchando a escondidas tras la puerta, pasando desapercibidas por ella.

—Aaah… si… Lo sentimos mucho por interrumpir, pero no he podido contenerme —dijo Tamiya pasando por alto el tema de estar escuchando conversaciones ajenas. A toda respuesta Aelita mostró una media sonrisa incómoda.

—¿Y bien? —preguntó tras unos segundos.

—Que no dejes las cosas así —respondió Milly de mala gana.

—¿Cómo?

—Con Yumi —aclaró tras un suspiro.

—Lo se… pero no puedo hacer nada. Ella no quiere que…

—Aelita, tienes que hablar con ella —cortó con voz comprensiva Tamiya.— Tienes que hacerle entender que puede confiar en ti pase lo que pase.

—¿Y cómo lo hago si pensaba que eso ya había quedado claro? Siempre me lo cuenta todo, no se porqué esta vez no quiere hacerlo.

—Hablale con el corazón en la mano… —informó Milly sorprendiendo a las dos chicas.— Tienes que hablar con ella a solas y explicarle como te sientes. Recordarle que estás ahí para lo que necesite —explicó al ver la mirada de duda de la mayor.

—Creo que sé lo que tengo que hacer —dijo Aelita para sí misma tras unos segundos de duda. Empezó a correr hacia la salida de la residencia. —¡Muchas gracias por el consejo!

—¡De nada! —dijo Milly con una sonrisa.

—Oye, ¿y tú desde cuando dices tan buenos consejos?

—Se podría decir que desde que alguien me ayudó para evitar que cometiera uno de los errores más estúpidos de mi vida —respondió con una sonrisa enigmática.

—¿Cual?

—Separarme de tu lado —aclaró causando un sonrojo en el rostro de Tamiya.

*               *               *

Aelita se detuvo con la respiración entrecortada y observó el edificio con impotencia. Sacó el móvil y miró la hora: las 21:30. Había llegado hasta allí sin nada planeado, por lo que en esos momentos no sabía qué era lo que debía hacer. No obstante, no pensaba volver con las manos vacías.

A esa hora la família de Yumi ya habría cenado y se estarían preparando para ir a dormir, por lo que no podía llamar al timbre. Sin pensarlo más se dirigió al jardín trasero y examinó la casa con el ceño fruncido. Miró la puerta trasera, con suerte se encontraría abierta, pero el allanamiento de morada no era una opción viable. Levantó la vista hacia la ventana de Yumi, una tenue luz le indicaba que su amiga seguía despierta. No obstante, una luz más intensa iluminaba la habitación del otro extremo de la casa, por tanto, tenía que evitar hacer sonido alguno para que los señores Ishiyama no se percataran de su presencia. Trató de buscar algún objeto pequeño para lanzarlo a la ventana de la chica, pero inmediatamente rechazó la idea ya que la nieve cubría cualquier clase de posible proyectil, además, no quería arriesgarse a romper la ventana por no tener el cuidado suficiente. Algo llamó la atención de la muchacha, sin embargo, al dirigir la mirada hacia el foco de la idea, las alarmas de su mente resonaron por todo su cuerpo gritándole que la rechazara.

Durante 15 minutos estuvo estudiando todas las posibilidades que habían. Finalmente, sacó el móvil para llamar a Yumi y que le abriera la puerta. Pulsó el botón verde y esperó a la respuesta.

—El número al que llama se encuentra apagado o fuera de cobertura, por favor…

Colgó la llamada y miró otra vez la ventana de la habitación de Yumi. Oscuridad. En algún momento de su búsqueda su amiga había apagado la luz decidiendo ir a dormir sin que ella se percatara. “Tiene que ser una broma…” Pensó dirigiendo la mirada a la tubería que ascendía hasta el techo pasando justo por el lado de la ventana.

Tras una dura batalla interna y rezar a cuantos dioses conocía, Aelita se detuvo delante del conducto. Tratando de no pensar en los posibles fallos de su plan ni en las consecuencias que estos podrían conllevar, saltó y se aferró a los hierros que sujetaban la cañería a la casa. Con mucha más dificultad de lo que esperaba, a causa de los guantes que llevaba para combatir el frío, ascendió lentamente. En ese momento, pudo asegurar que trepar por una tubería no era un camino de rosas aunque no hiciera frío. Los hierros a los que se sujetaba eran tan pequeños que apenas podía poner los dedos del pie en ellos, y la distancia entre cada uno de ellos era bastante considerable.

Cuando creyó que su cuerpo no resistiria a más esfuerzos, tentándola a dejarla caer, llegó a su objetivo. Se aferró con un brazo y con todas las fuerzas que le quedaban al conducto, y con la otra mano golpeó el cristal suavemente.

Yumi se removió al escuchar unos golpes insistentes en la ventana. Se dió la vuelta perezosamente sin levantarse de la cama para ver qué interrumpia su plácido descanso. Al ver al causante se incorporó parpadeando. “No puede ser…” Al comprobar que lo que sus ojos estaban viendo no era algún tipo de alucinación salió de la cama de un salto y abrió la ventana.

—¡¿Pero qué haces?! !¿Estás loca!? —murmuró alterada mientras se aferraba al cuerpo de la joven para evitar que cayera.

La muchacha saltó a la vez que su amiga tiraba de ella hacia el interior de la habitació. Debido al esfuerzo Yumi cayó sentada al suelo con Aelita encima de su barriga. Sin dar ni un segundo de descanso, la joven cogió a Aelita por los hombros haciendo que se incorporara.

—¡¿Te has vuelto loca?! —le recriminó en voz baja.— Pero cómo se te ocurre subir por ahí ¿Y si te hubiera pasado algo? ¿Por qué lo has…?

—Tenía que hacerlo —afirmó con seriedad. Su respiración era entrecortada, el corazón le latía a mil por hora por culpa de la adrenalina, tenía el cuerpo resentido debido al esfuerzo y sentía un dolor punzante tanto en manos como en brazos debido a los hierros que habían presionado su piel. No obstante, el conseguir llegar hasta donde se encontraba era la mejor recompensa para aquellos pequeños males.

—¿Tenías que hacerlo? ¿Para obligarme a escucharte, a pesar de que te dije que quería estar sola?

—¡Sí!

—¡Pero qué estás diciendo! ¿Puedes entender lo que acabas de hacer? Te podrías haber caído, la tubería se podría haber roto ¡¿Me puedes decir qué hubiera hecho yo si…?! —Calló de repente al darse cuenta de lo que iba a decir. —¿Y si te hubiera pasado algo? —continuó con voz dolida mientras apartaba la mirada y apretaba los puños aferrándose más al abrigo de su amiga.

Aelita observó a Yumi perpleja. Núnca había visto a su amiga tan alterada. Puso su mano en la mejilla de la chica para obligarla a mirarla a los ojos.

—Yumi, tenía que hacerlo. Necesito hablar contigo.

—¿Para volver a preguntar qué me ocurre otra vez? —dijo tratando de hacerle ver que había sido una estupidez llegar hasta tal punto de osadía.

—No. Para recordarte que, al igual que tú yo también estoy aquí. Siempre lo estaré…

—Para lo que necesite. —Yumi recordó las mismas palabras que le dijo ayer a Aelita con amargura. No lograba creer que pese a todo lo que había ocurrido, nunca cumpliría esa promesa.

Se acercó a Aelita y apoyó la frente en su pecho. Respiró profundamente tratando de calmarse y cerró los ojos disfrutando de la presencia de la chica. De su contacto cálido. Sintiendo su respiración que se tranquilizaba paulatinamente. Cubriéndose del frío que entraba por la ventana abierta. Dejándose proteger por primera vez por aquellos brazos que rodeaban su cuerpo, mientras dolorosos y amargos pensamientos allanaban su mente.

*               *               *

Aelita se sentó en la cama y se dedicó a observar a su amiga. Se había puesto los primeros vaqueros que había encontrado en el armario. Ya que era incómodo mantener una conversación de tal calibre vestida con ropa interior, que era la vestimenta con la que la chica solía dormir. Se había acercado a la ventana para cerrarla y que no se enfriara aún más la habitación. En ese momento, se soltó el pelo y dedicó unos segundos a escrutar el cielo nocturno.

Tras un suspiro de resignación Yumi empezó a contar poco a poco lo que pasaba por su mente. Aelita, por su parte estudió todos y cada uno de los movimientos de la joven hasta que empezó a hablar. A cada palabra que salía de los labios de su amiga, la muchacha podía sentir como un puñal penetraba más en su corazón. Su mente se negaba a creer lo que sus oídos escuchaban. Cuando la joven dijo la última palabra la mente de Aelita se negó a cooperar bloqueando todo paso de pensamiento.

2 thoughts on “Deseo oculto”

  1. Y la conversación??? Qué ha pasadoooo??? )º0º( No voy a poder dormir pensando en ello -.-‘
    Eso sí, la intervención de Milly y Tamiya ha sido DIOS >.< Me ha parecido bastante divertida la escena de descubrirlas espiando XD y que hagan como si nada jejeje Buenos consejos, LIKE =3
    Ahora a esperar el siguiente capítulo ¬¬ que espero que explique que pasa ¬¬

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