¿Sabes?

——AKB48

¿Sabes que desde que te fuiste el cerezo empezó a florecer? Sí, ese que no florecía desde hacía muchos años. Pues ahora está hermosísimo de la cantidad de flores que tiene.

¿Recuerdas la leyenda que me contaste del cerezo? Esa que contaba que, hace unos años, antes de que dejase de florecer, había una relación prohibida entre una alumna y una profesora. Pero la profesora murió por enfermedad y el cerezo dejó de florecer por el dolor tan grande que sentía la alumna.

¿Por qué florece ahora que ha muerto una de sus alumnas? ¿Por qué ahora que te has ido tú? ¿Es más importante la perdida de una profesora que la de una alumna?

Yo también estoy sintiendo mucho dolor por nuestra perdida. Aunque nuestra relación estaba prohibida no era aceptada por nadie por nuestra diferencia de edad. ¿Qué tiene eso que ver? ¿No es más extraño que seamos las dos del mismo sexo? No, se fijaron en que tú estabas en segundo de bachillerato y yo en primero de la ESO. Nunca lo lograré entender…

Todavía recuerdo la primera vez que te vi. Me llamó tanto la atención verte sola. “¿Cómo alguien como ella pueda estar sola?” pensé. Por eso me acerqué. Te costó mucho aceptar mi presencia cerca de ti hasta que conseguí hacerte reír. La sonrisa más bonita que nunca había, ni he, visto. Unos días después me contaste la leyenda del cerezo.

He de admitir que nunca supe mucho de ti. Tampoco quise incomodarte con preguntas personales, quise esperar a que quisieses constarme algo de ti. Pero siempre hablábamos de cosas del instituto o de música.

¿Sabes que está creciendo otro cerezo cerca de este? A veces pienso que eres tú, que eras tú la de la leyenda y que el cerezo florece porque volvéis a estar juntas. Pero eso, ahora, no te lo puedo preguntar. ¿Sabes por qué lo pienso? Porque eras la única que contaba esa versión sobre el cerezo.

Fuiste tú, ¿verdad? ¿Por eso nunca quisiste que nuestra relación fuese a más que una simple amistad de instituto? ¿Por qué no habías conseguido olvidarle?

¿Sabes qué, Mayu? Puede que a mí me pase lo mismo que a ti. Te quise mucho más de lo quisiste saber. Sé que no quisiste verlo porque cada vez que intentaba acercarme a ti me decías: “No, Jurina, dejémoslo así.”

¿Sabes por qué insistí? Porque nunca me diste una excusa, solo me decías eso, nunca negaste que te gustaba igual que no admitiste que ya te gustaba alguien.

Aunque puede que quiera creerme que fuiste tú la de la leyenda para pensar que, estés donde estés, estarás bien, aunque sea con ella…

Quiero que sepas que seguiré viviendo aunque no consiga olvidarte y, aunque lo intentase, siempre estará este pequeño cerezo que empezó a crecer cuando tú moriste.

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