Algo Mejor que Hacer

——T-ARA

Todavía recuerdo los días en los que podía sentir. No hace tanto tiempo, pero en mi estado se puede hacer eterno. Creo que fue hace… tres, cuatro… meses… No estoy del todo segura. Buscaré la manera de recordarlo… De todas formas, ese no es el tema. El pasado, pasado.

Estar como yo es divertido. Aunque parezca mentira, encuentras la manera de divertirte. Puedes hacer cosas que nunca te hubieses planteado hacer, es lo que tiene tener tanto tiempo libre y no dormir por las noches.

Hoy, como todos los días desde que estoy así, voy buscando algún lugar de la ciudad por el que no haya pasado o sea de difícil acceso. Voy por las vías del tren, saliendo de la estación dirección al río Han. Una figura en medio de la vía me llama la atención.

Es una chica un poco más joven que yo. Está parada mirando el río. Me acerco a ella. “¿Qué hará aquí? Es peligroso. Podría venir el tren en cualquier momento.” Mira donde estoy yo. Incluso juraría que me está mirando a mí. “Imposible.” Se acerca al borde de la vía. Tiene intenciones de tirarse.

-No lo hagas.- le digo, sabiendo que es imposible que me oiga.

-¿Por qué debería no hacerlo?- contesta con lágrimas en los ojos. Espera… ¿¡Contesta!?

-¿Puedes verme?- digo asustada.

-A ti y a todos los que son como tú.- dice casi escupiendo las palabras, bastante ruda- Estoy harta de ser siempre yo…- llora- Búscate a otra…- cada vez está más enfadada.

-No he venido a buscarte… Ha sido casualidad.- estoy realmente sorprendida- No busco nada de ti. Simplemente… no quiero que saltes.- intento convencerla.

-Tú no me buscas… Pero, ¿cuantos más lo harán por ti? No puedo seguir fingiendo que no os veo. Sois muchos y me atosigáis todo el día…- sigue llorando- No puedo seguir así… Es muy pesado…

-Si te ayudo a que no te molesten,- capto su atención- ¿no saltarás?- “No saltes.”- No merece la pena dejar de seguir viviendo porque otros que ya no lo hacen no te dejen vivir.

-¿Cómo harás para ayudarme?- ahora ya no llora.

-Puedo hablar con ellos y ayudarles por ti. Estaría cerca para que no se acerquen a ti.- “¿Qué dices? ¿Estás segura de que podrás?”- Hablemos en otro sitio, es peligroso estar aquí.- intento convencerla. “Como mínimo que esté fuera del peligro del tren.”- ¿Qué me dices? Haré todo lo posible para que estés bien. No tengo nada mejor que hacer.- sonrío para mostrarle más confianza. “De cierto modo, es verdad.”

Baja la mirada. Se seca las lágrimas y empieza a andar dirección a la estación. “¿Me habrá hecho caso?” Salimos las dos de la vía. “Por fin a salvo.” Suspiro de alivio. Sigue andando. Parece que me ignora. “¿Dónde va?” Entra por un callejón poco transitado.

-¿Como me ayudarás?- dice de una forma casi inaudible- ¿Y si no te hacen caso?

-Entre nosotros podemos tocarnos, siempre puedo retenerlo de alguna forma.

Salimos del callejón. Se pone unos auriculares por donde se escucha que la música no está especialmente baja. “¿Lo hará para no escucharnos? Tan pesado es?” Después de andar un buen rato parece que llagamos a su casa. Sigue con los auriculares puestos. Entro en casa con ella. Dentro le esperan tres como yo.

-Ponte a la cola.- me dice una de ellas.

-Vas detrás de mí.- comenta otra. La otra, simplemente se limita a esperar.

-No he venido a que me ayude. Al contrario, le estoy ayudando yo.

-¿Tú?- se burla la que no había hablado todavía- We?

-Porque sois unas pesadas.- digo seria- Le estáis absorbiendo la vida. De esa manera, ¿cómo queréis que os ayude?

-Es la única que puede hacerlo.- comenta la primera.

-Yo sigo aquí y nunca le pediría a alguien que me ayudase. Total, ¿para qué? Ya no puedo solucionar nada. Si lo que tengo pendiente no se soluciona solo, puede que alguien, por casualidad, lo haga. A mí ya no me afecta en nada. No tengo que conseguir nada. “No he podido decirle algo importante” puede que sea ese el problema. Mala suerte. De qué te servirá que otra persona se lo diga si no puedes cambiar el hecho de que ya no estás entre ellos.

Todas me miran boca-abiertas. Si soy sincera, no sé de dónde he sacado todo eso. Se quedan un rato mirando a la nada. La última en hablar se desvanece.

-Puede que tengas razón.- comenta la segunda en hablar- Veré que puedo hacer.- se desvanece ella también.

-¿No lo harás para que te ayude a ti primero?- me comenta enfadada la última que queda.

-Ya te he dicho que le estoy ayudando. No necesito la ayuda de nadie.- digo con un poco de prepotencia.

-Espero que eso sea verdad.- dice, todavía más enfadada, mientras se desvanece.

-Gracias.- oigo que dice murmurando.

-Te he dicho que te ayudaría, ¿no?- le sonrío- Estaré por aquí por si me necesitas. Lo único que tienes que hacer es ignorarles yo me haré cargo de ellos.

-Gracias.- vuelve a decir de la misma forma.

-Para no molestarte estaré por fuera. Si alguien te molesta, llámame y vendré. Por cierto, me llamo Hyomin.

-No hace falta que estés siempre fuera, no me molestas.- dice un poco sonrojada- Jiyeon.- dice tan bajo, que si no fuera por el silencio no le hubiese escuchado.

Los meses han pasado. Jiyeon parece mucho más alegre que cuando la conocí. Hemos llegado a entablar amistad. Le ayudo en todo lo que puedo, normalmente con consejos. Sé cada secreto y sucesos de toda su vida y ella lo sabe todo de mí.

-Ya he llegado.- dice entrando por la puerta.

Antes de hablarle compruebo que no viene “nadie” con ella.

-Hola.- le digo alegre. No sé qué tiene pero siempre que la veo entrar por la puerta me pongo muy contenta- ¿Qué tal el día?

-No me puedo quejar.- deja la chaqueta en la percha- Tenía ganas de llegar a casa.- se echa en el sofá.

-Nada como estar en casa.- me pongo a un lado de ella.

-Hyomin.- habla con duda.

-Dime.- le animo a que hable.

-¿Puedes sentarte a mi lado?- acurruca las piernas para hacerme sitio.

-No hace falta que te partes.- me siento a su lado- No me molesta y lo sabes.- le sonrío.

-No quiero pensar que no puedes tocarme…- dice un poco desanimada.

-¿Ocurre algo? ¿Te ha molestado alguien?- a cada pregunta me he ido acercando más a ella- ¿Qué te preocupa?- la distancia que había entre las dos se ha reducido a escasos centímetros. Las dos nos miramos fijamente a los ojos. Si tuviese corazón me latería casi a punto de estallar. Voy a poner un poco de distancia.

-No te apartes.- parece un poco deprimida. Casi como la primera vez que la vi- Quédate así un poco más.- le hago caso y vuelvo a acortar la distancia- Ojalá pudiese tocarte.- hace mención de acariciarme la mejilla. “Ojalá pudiese sentirlo.”

-Es mejor que no lo hagas.- me acerco más a ella- Es mejor poder sentir.- le acaricio la mejilla. No quiero que se vaya- Si te hubiese conocido antes… no hubiera cruzado la línea.

-Es tan fácil cruzarla…- cada segundo que pasa está más triste.

-No quiero que la cruces. Estaré contigo todo el tiempo que haga falta, pero no lo hagas.- “¿Por qué hemos llegado a las mismas?”- No tengo nada mejor que hacer.

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