Juujun’na Slave [YukiRena]

Aquí está el OneShot que me pidió Tina-senpai, con este título, un YukiRena!!! ^.^

Aparte de ella, espero que os guste!!! =3

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Lejos del mundo de la esclavitud, pero bastante similar, se encuentra mi vida. Soy libre, pero a la vez una esclava. Puedo hacer lo que quiera, pero siguiendo normas. Puedo hablar con quien quiera, pero no de lo que quiera.

Vivo en un mundo de contradicciones donde no se me permite amar a la persona que quiero sin que ella lo acepte.

Trabajo en una empresa donde mi presencia, a pesar de no pasar desapercibida, no tiene valor. Las miradas hacia mi son de desprecio, odio, e incluso, celos. Esto se debe a que siempre voy con ella, la jefa de la empresa, y también mi “ama”. Para ella no soy mucho más que lo que soy para ellos, solamente su “guardaespaldas”, como me llama ella.

Todo empezó cuando tenía nueve años. Mis padres y yo íbamos de viaje, en coche, cuando un camión invadió el carril contrario, haciendo que mi padre, el que conducía el vehículo, no lo pudiese esquivar y chocáramos frontalmente contra él. Recuerdo que desperté desorientada, que la parte de delante del coche no estaba y, por lo tanto, mis padres tampoco. Tuve que romper el cinturón para poder moverme por el vehículo. Intenté salir del coche, pero las puertas no se abrían.

Salí por la ventana, que estaba rota. Busqué a mis padres, pero no los encontraba, solo veía sangre. El conductor del camión se retorcía en su asiento y parecía que me llamaba. Me acerqué a él. El susurraba, nervioso y dolorido, pidiendo perdón por haber bebido.

No recuerdo que pasó con él, solo sé que empecé a andar por la carretera, en busca de ayuda. Un coche negro, de alta gama, se detuvo a mi lado y de él salió un hombre que me hablaba y me miraba los brazos, las manos… No conseguía prestar atención a los que decía, pero me di cuenta de que estaba ensangrentada. Me llevó al hospital, en su coche, sentada junto a una niña de mi misma edad, que se acercó preocupada a ayudarme. Allí me quitaron los trocitos de cristal que tenía incrustados, de los cuales no me había percatado, y me curaron todas las heridas que tenía, que tampoco las había visto por la falta de dolor. Me hicieron varias pruebas, muchas, hasta que al final me dieron el alta.

Desde ese día empecé a vivir con ellos, más bien, a vivir para ellos. La familia Kashiwagi era adinerada. El que me había salvado era su chófer, y la niña, la hija, Yuki-sama. Yo vivía en un pequeño cuarto, sin decoración alguna, con un colchón sin sábanas. Salía solo a los reconocimientos médicos que seguían haciéndome.

Después de un tiempo, el padre murió y la hija heredó la empresa. Ella me sacó de la habitación y me hacía ir con ella a la empresa, donde me enseñó a leer y escribir. Solo tenía que ir detrás de ella, protegerla, pero nunca he tenido que hacerlo.

-Rena-san.-me llama sin apartar la vista de sus documentos-Ponte la correa, nos vamos.

–Hai.-le obedezco y me siento a su lado, ofreciéndole el otro extremo de la correa.

-Buena chica.-me dice mirándome con una mirada apagada-Lo siento, sabes que son las órdenes que dio el médico.

Niego con la cabeza y me pongo de pie para que salgamos. Sé que es culpa mía el tener que llevar una correa para salir a la calle, ya que nunca me atrevería a darle un tirón y hacerle daño, aunque sea sin querer.

Fue todo un día normal de negocios. Yuki-sama tenía que acudir a una reunión, que al final resultó ser una cena, con uno de sus clientes. Ella reía y bebía de cada copa que él le servía. Él se acercaba a ella, se acercaba demasiado, incluso le tocaba. Algo de mí se despertó al ver esa imagen. Me di cuenta de lo que estaba haciendo cuando sentí el olor de Yuki-sama. Me estaba abrazando, llorando. Miré al frente, al suelo, donde estaba ese hombre, con la cara llena de heridas y sangre, sangre que también cubría mis nudillos.

Ese día, puede decirse que discutimos. Ella me encerró en mi habitación y me gritó cosas, como que estaba decepcionada y que si estaba ahí encerrada era por mi culpa, porque ella no quería.

Llegamos a casa. Voy detrás de ella, sintiendo su aroma. Me deja en la habitación pero no cierra la puerta con llave. Ya tengo la comida en la mesa de mi habitación. Me la como y me acuesto en la que es ahora mi cama. Miro hacia el techo, pensando en si volveré a tener el mismo sueño de todas las noches, en el que ella viene a verme a la habitación y me besa en la frente, como cuando éramos pequeñas.

La puerta de la habitación se abre y no estoy dormida. Siento su aroma adentrarse en ella. Se sienta en mi cama. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, para comprobar si estoy soñando. Al abrirlos, ella está en frente de mí, su cabello cae a ambos lados de mi cara. Al verme con los ojos abiertos se aparta rápidamente y se dirige a la puerta.

-Kashiwagi-sama.-le llamo mientras me levanto-No se vaya…-le digo dejando distancia entre las dos para no asustarla-No puedo dormir sin su beso de buenas noches…-le digo en voz baja, mirando al suelo.

Oigo la puerta cerrarse. Me quedo parada en medio de la habitación, pensando en que no tendría que habérselo dicho.

–Oyasumi.-oigo en un susurro, mientras siento que me acarician la mejilla izquierda.

Levanto la mirada y la veo acercarse a mí hasta que sus labios besan mi frente. Noto que mis mejillas empiezan a arder y me pongo nerviosa. Separa sus labios de mi frente y se gira hacia la puerta.

–Oyasumi.-susurro mientras, una vez más, veo como sale de mi habitación, como cuando éramos niñas.

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